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The Beatles

Estudios posteriores a la presentación de The Beatles en la Plaza de las Ventas de Madrid, y La Monumental, de Barcelona, señalan que en el momento de sus actuaciones, el 2 y 3 de julio de 1965, se produjo entre las mujeres jóvenes una oleada interminable de orgasmos. La revelación fue hecha mediante encuestas que se aplicaron a miles de féminas que deliraron, hasta los límites del estremecimiento, frente al famoso cuarteto de Liverpool. Algunos analistas han explicado que tal explosión colectiva y feliz obedeció a una catarsis que exorcizaba, así, 26 años de represión ejercida por el dictador Francisco Franco.

Hace pocos, diversas agencias internacionales de prensa nos recordaron que un día de abril, hace 50 años, Paul McCartney anunció al mundo que los cuatro ‘escarabajos’ nunca más volverían a tocar juntos. Nadie creyó, menos los seguidores de esa feligresía que los veneraba con devoción, y a la que no escapaba ni la reina Isabel II, quien los designaría en 1965, mediante la codiciada insignia, miembros de la Orden del Imperio Británico.

Hace 50 años, pues, se disolvió el grupo cuya universalización, a través de canciones con mensajes que llegaban al alma, que revolvían el amor y la proximidad del otro, y que, además, desnudaban la soledad individual aún en medio del acompañamiento de multitudes avanzando ligeramente por cualquier calle del mundo, aguijoneó a John Lennon hasta el extremo de ‘obligarlo’ a afirmar que The Beatles había alcanzado más popularidad que Jesucristo. ¡Y ardió Troya!

Ningún rincón estuvo ausente del fenómeno musical que todavía se evoca. Diez años después de aquel anuncio inesperado, Barranquilla vivió su Beatlemanía después de que en los años 60’s, me cuentan, las emisoras Radio 15, La voz de Barranquilla, La voz de la Patria y Atlántico, diseminaban al viento los ritmos encantados de Let it be, Yellow submarine, Yesterday, A Hard Day's Night, All you need is love, Get Back, I Wanna Be Your Man, Something y tantos otros; pero, todos con un soplo original que inclinan y clasifican de diversa manera: rock, pop rock y hasta mezcla de música clásica con el pop sin excluir la influencia hindú ni los sonidos tridimensionales y extraterrestres que nacen horas después de haber consumido una dosis humeante de marihuana o de heroína pura. Las calles de Curramba se veían en aquella época, y lustros posteriores, transitadas por jóvenes melenudos que deseaban ser vistos como versiones adorables de Lennon, McCartney, Harrison o Ringo Starr.

Aún a principios de los años ochenta alcancé a ver en las improvisadas cabinas de la tienda de discos Daro, ubicada en la calle 35 entre 43 y 44, a hombres y mujeres, audífonos puestos, balancear la cabeza hacia adelante y a los lados, mientras sus cuerpos se inundaban de la música del inolvidable grupo, y el estuche cuadrado, de cartón, permanecía cerca del moderno tocadiscos. El furor en Estados Unidos, Inglaterra y gran parte de Europa y Asia, claro está, era mayor, pues en muchos de esos lugares hubo oportunidad de verlos en los grandes y medianos escenarios y aplaudirlos y escuchar de sus bocas frases que hoy forman parte de antologías que andan por ahí, ocultas en bibliotecas, tal vez en el olvido.

La Agencia Efe nos recordó la frase de McCartney que algunos medios titularon como si hubiera estallado una guerra: "No dejé a The Beatles. The Beatles dejaron a The Beatles, pero nadie quiere ser el que dice que la fiesta terminó". A partir de ese instante se incrementaría la leyenda alrededor de los comienzos del grupo, y empezaría a construirse el mito que, pese a las avalanchas musicales, sobrevive ahora con nostalgias sin lágrimas y tristezas encerradas en laberintos de tapices rojos y espejos rotos.

En realidad, los Beatles pertenecieron a la década de mayor significación del siglo XX. En efecto, los años 60’s, más allá de la música, estuvieron signados por acontecimientos y personajes que trascendieron la memoria mediante la afirmación de sus huellas: Desde John Kennedy, quien dominó el panorama político de un mundo en suspenso, pasando por Martin Luther King y el florecimiento de Mayo del 68, hasta llegar a la llamada ‘Contracultura’, definida como el desafío abierto a formas arcaicas dominantes en el campo del arte y de las manifestaciones espirituales, y de la cual habría que mencionar el movimiento hippie de jóvenes desinhibidos, imbuidos en una sabrosa bacanería y felices con su paz interior, el clamor por la libertad y los cabellos largos, tanto como el de los reputados ‘escarabajos’.

En el plano musical hubo conmoción por diversos estallidos, entre ellos, el famoso Woodstock, esa pantagruélica fiesta del arte, sexo, drogas y libertad, en la que participaron el rockero inglés Joe Cocker; los guitarristas Santana y Jimmy Hendrix, dueños de sonidos revolucionarios; Janis Joplin, la estupenda cantante de blues y rock; y Bob Dylan, el cantante, poeta y filósofo que supo oponerse con su música a los desmanes y locuras de la política exterior estadounidense. Todos ellos, mezclados entre otros exponentes de bellos cantos, contestatarios y símbolos de un encuentro en el que participaron cuatrocientos mil personas.

En esa década, además de los Rolling Stone de Mick Jagger y Keith Richards, de la banda musical británica The Animals, y de la presencia de Elvis Presley –el del contoneo múltiple, el admirador de los Beatles, el acompañante de Frank Sinatra– estuvo el predominio de los cuatro melenudos que por estos días recordamos a raíz del despacho noticioso lanzado al mundo entero. De los Beatles prevalecen muchos recuerdos; pero, el mayor es Yesterday, una de las canciones con más versiones en el universo de la música, y en la que McCartney nos dice: “Ayer mis problemas parecían tan lejanos/ Ahora parece que estuvieran aquí para siempre”.


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